Desde
hace un tiempo el 30 de agosto dejo de ser un día más en el calendario y paso a
quedar grabado en mi corazón a base de dolor y lágrimas porque en contra de mi
voluntad te tuve que decir adiós. El destino decidió que ya había llegado tu
hora y tenías que dejar este mundo y a tus seres queridos para hacer el viaje
sin retorno que todos tendremos que hacer alguna vez. La despedida fue dura y
dolorosa, la separación nos pillo a todos por sorpresa y hasta hoy es una
herida que no deja de doler por mucho que haya cicatrizado. Según escribo estas
palabras en tu honor y como recuerdo póstumo no puedo retener mis lágrimas, porque
sigo necesitándote y has dejado un hueco en nuestros corazones que quedara vacío
para siempre, pero eso no significa que nos olvidemos de ti. Siempre estás en
nuestros pensamientos y en nuestras oraciones. Hay días que tengo la dicha de
poder verte en mis sueños, por unos instantes parece que nunca te hayas
marchado. Tengo la sensación de que puedo alargar mi mano y tocarte decirte
todo lo que no me dio tiempo a decirte cuando te marchaste, cuando me despierto
y veo que todo a sido un sueño me quedo triste porque te echo mucho de menos y
no sé cuándo volveré a tener la suerte de verte nuevamente en mis sueños. Te
quiero y el correr del tiempo no conseguirá que te olvide o te deje de querer.
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