Soledad y tristeza
invaden mi vida, brotan lágrimas sin control, que salpican cada pedazo de mi
maltrecho corazón. Cruel es la vida y el destino que separan a dos personas que
se aman y las obliga a seguir caminos distintos. Entre sollozos busco una explicación
que de sentido a esta sinrazón y a la vez mitigue este fuerte dolor que siento
en mi pecho. No hay minuto en el día en el que no deje de pensar en ti y en el
que no note tu ausencia. Desde que no estas a mi lado los días se hacen
eternos, y las noches son un infierno sin poder dormir, sin parar de dar
vueltas en mi cama vacía y cada segundo que pasa, retumba una y otra vez tu
nombre en mi cabeza y hasta que me duermo me hago repetidamente la misma
pregunta: con lo que nos amamos como hemos llegado a este punto? Mientras escribo
estas palabras intento contener mis lágrimas, el único momento del día en el
que no estoy triste es cuando me vence el sueño y encuentro algo de calma y
consuelo en los cálidos brazos de Morfeo. Me mantendría dormido todo el día,
solo para acallar el sufrimiento que siente mi corazón y que mis lágrimas cesen
de brotar porque ya no quiero llorar más. Basta ya de dolor, ya he sufrido
bastante amargura. No tengo fuerzas ni ánimos para luchar, veo que la balanza no
está igualada pesan más agentes externos, que lo que yo haya podido hacer de
bueno durante los años que nos conocemos. Bueno al menos me queda el consuelo
de tenerte como amigo, y esperar que un día encuentres a alguien que pueda
darte la felicidad que yo no he sabido darte.